Ni los atentados del 11 de setiembre, ni el SARS del 2003, ni la crisis económica del 2008, ni las erupciones del volcán Eyjafjallajökull en 2010, ni el MERS del 2015, ni la crisis del 737 MAX. La aviación civil internacional jamás había vivido una pesadilla similar. El peor enemigo: la incertidumbre.

Estado de la aviación costarricense

Costa Rica es una nación que depende del turismo y transporte aéreo como motor de desarrollo. Estas dos industrias contribuyen con un 9% del PIB del país y emplean a más de 155.000 personas de manera directa e indirecta. Al detenerse el turismo mundial, Costa Rica será de los países que más verá su economía afectada, considerando que antes de la pandemia el desempleo representaba el 12,4% de la población y uno de cada cinco hogares estaba en pobreza.

Durante el 2018, por el aeropuerto Juan Santamaría pasaron 5.400.000 pasajeros y por Liberia 1.100.000. En general, el 52% de los extranjeros que nos visitan provienen de Norteamérica. Costa Rica contaba con 10.300 vuelos anuales a Estados Unidos siendo las rutas a Houston, Atlanta y Miami las más frecuentes. Solo American Airlines, United y Delta -las tres mayores aerolíneas estadounidenses- fueron elegidas por casi dos millones de viajeros para volar al país.

El 38% del turismo hacia Costa Rica se lo debemos a Latinoamérica. El mayor tránsito provenía de Panamá, El Salvador y Guatemala gracias a Copa Airlines (913.000 pasajeros al año), Avianca (787.000 pasajeros al año) y Volaris (217.000 pasajeros al año), principalmente.

Con respecto a Europa, el 9% de los viajeros provienen de este continente, arribando desde España, Francia e Inglaterra en su mayoría.

Consideraciones

Pese a que los números puedan sonar alentadores, Costa Rica no tiene la competitividad aérea que se merece. Ingresó a la pandemia con una descalificación por parte de la FAA en materia de seguridad aérea. Esta desfavorable nota quiere decir, que las aerolíneas de bandera nacional no pueden abrir nuevas rutas a Estados Unidos hasta que se corrijan las deficiencias señaladas por la Agencia.

Además, presidentes de importantes líneas aéreas se quejaban del elevado precio del combustible en el país (que representa un cuarto de los gastos de las aerolíneas), al igual que altos costes de operación aeroportuarios. También, se debe recordar que desde el 2018 la ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, impuso un tributo del 4% a la compra de pasajes aéreos, cuyo origen o destino sea el territorio nacional, para cualquier clase de viaje. Tratándose del transporte aéreo internacional, el impuesto se cobrará sobre la base del 10% del valor del boleto.

Reacción en cadena

En el 2018, Tambor registró la llegada de 18.600 turistas, Puerto Jiménez 16.200 y Golfito 15.300. La mayoría de estos viajeros fueron extranjeros, subrayando la gran relevancia que tienen los vuelos internacionales para alimentar los vuelos domésticos. Mientras nuestros mayores mercados no presenten una mejoría en salud y economía, el transporte aéreo internacional no elevará vuelo y mucho menos el nacional.

Básicamente, no existe un escenario en el cual la aviación doméstica vuelva a crecer con solo turismo costarricense, ya que el tico también verá su bolsillo bastante golpeado. Tampoco existe un escenario en el cual, con una apertura de fronteras costarricenses, automáticamente volverán las aerolíneas al país, ya que podrían venir de países altamente infectados y volver a exportar el problema; las autoridades de salud lo tienen bien claro. Además, se debe entender que varias líneas aéreas ya no existirán después de la pandemia. Unas están a semanas de no tener más recursos.

Por el momento, la IATA calcula que las aerolíneas perderán $314 billones este año, para junio habrá más de 2 millones de cancelaciones de vuelos y durante la segunda y tercera parte del año, la capacidad caerá en un 65% y luego en 40%. Costa Rica está inmersa dentro de este caótico escenario mundial y nuestra salud aeronáutica dependerá de la del resto de las naciones.

Oportunidades

Este tiempo de prácticamente cero operaciones aéreas, es el momento para que las autoridades aeronáuticas corrijan ciertas deficiencias y el país se prepare para recibir vuelos nuevamente.

1. Se debe trabajar exhaustivamente con la FAA para que el país recupere la categoría uno en seguridad aeronáutica cuanto antes.

2. Conversar con las aerolíneas sobre qué tarifas y costes específicos las están ahogando y buscar si se pueden reducir las mismas.

3. Aprovechar el tiempo para mejorar la calidad de los aeródromos locales. Se deben talar árboles que representan obstáculos en la aproximación y despegue de varias pistas como Puerto Jiménez, Golfito, Nosara y Drake. Además, se debe avanzar en la mejora del aeródromo de La Managua, Quepos.

4. Suspender el impuesto del 4% a la compra de pasajes aéreos, cuyo origen o destino sea el territorio nacional, para cualquier clase de viaje. Tratándose del transporte aéreo internacional, el impuesto se cobrará sobre la base del 10% del valor del boleto.

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Datos de IATA, DGAC, Oxford Economics

Fotografias: Daniel Tamayo, Felipe Chavez & Good Stock Photos.

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